jueves, 15 de febrero de 2018

En el mundo de los inocentes




En un mundo donde existían varios tipos de religiones, se agrupaban tomando en cuenta la belleza y perfección corporal. Los que eran muy feos y con más imperfecciones los llamaban Deos, a los que eran un poco más de acuerdo al patrón estético, los llamaban  Zurdos, a los que ya casi lo alcanzaban, Perios, y a los que eran, según los perfectos, los perfectos, los llamaban Simios.
 Por supuesto, mientras más bajo el nivel de cada integrante en belleza, la vida era más difícil, dado que el nivel de aceptación era poco probable. Dios sabía que esto era cierto, y de  una gota de inteligencia, creó a un persona hermosa enferma.  Que no importaba cuan enfermo estuviese, la gente lo amara y no pudieran dejar de tener aceptación hacia  él.  Esto generó que cuando los Simios  veían a otros enfermos o feos, los trataban con más humildad, amor, compasión  y respeto. Y la sociedad cambió, las religiones cambiaron. Ahora no parecía tener importancia la belleza sino el mérito que cada ser humano tenía en crear un mundo con más abundancia de amor, plenitud, grandeza. Ahora no era solamente de los simios la responsabilidad de dirigir el mundo, sino de cada persona que de acuerdo a su mérito y a su preparación, fuera la indicada para hacerlo.  Sin resentimiento, ni remordimiento, ni tomando en cuenta imperfecciones.

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 En una epoca pocos quedaron en la tierra y muchos poderosos crearon tubos en el mar.