En un mundo donde existían varios tipos de religiones, se
agrupaban tomando en cuenta la belleza y perfección corporal. Los que eran muy
feos y con más imperfecciones los llamaban Deos, a los que eran un poco más de
acuerdo al patrón estético, los llamaban Zurdos, a los que ya casi lo alcanzaban,
Perios, y a los que eran, según los perfectos, los perfectos, los llamaban Simios.
Por supuesto,
mientras más bajo el nivel de cada integrante en belleza, la vida era más difícil,
dado que el nivel de aceptación era poco probable. Dios sabía que esto era
cierto, y de una gota de inteligencia,
creó a un persona hermosa enferma. Que no
importaba cuan enfermo estuviese, la gente lo amara y no pudieran dejar de
tener aceptación hacia él. Esto generó que cuando los Simios veían a otros enfermos o feos, los trataban con
más humildad, amor, compasión y respeto.
Y la sociedad cambió, las religiones cambiaron. Ahora no parecía tener
importancia la belleza sino el mérito que cada ser humano tenía en crear un
mundo con más abundancia de amor, plenitud, grandeza. Ahora no era
solamente de los simios la responsabilidad de dirigir el mundo, sino de cada
persona que de acuerdo a su mérito y a su preparación, fuera la indicada para hacerlo. Sin resentimiento, ni
remordimiento, ni tomando en cuenta imperfecciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario