Una vez un hombre pensó que podía hacerse rico poniéndole
marcas a todo. Todo producto que él produjera, debía tener una marca, si no, no
se podía vender. El hombre se hizo rico, toda la sociedad lo siguió. Pero hubo
un momento, en que las marcas hacían tan caros los productos, que mucha gente
no los podía comprar. Eso creó mucha inestabilidad social y mucha pobreza. Así
que un buen día, Manuel Sánchez decidió no ponerle marca a sus productos sino su nombre.
Vendía cualquier cantidad de cosas y sin importar qué fuera lo que
vendía se llamaba Manuel Sánchez. La gente
empezó a seguirlo y en poco tiempo, ya habían cosas, María Fernández, Pedro Pérez,
Julieta Jarras, y Miguel Ríos. Poco a
poco la gente le fue prestando menos atención a las marcas y comenzó una nueva
sociedad donde solo se necesitaban un nombre y un apellido para empezar un
negocio o vender un producto nuevo.
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