Eran las 8 de la noche y María todavía no había llegado. Habia salido a dar un paseo por el parque en la montaña. La noche se hacía larga y María estaba sola en un cuarto, encerrada. Al parecer los alienígenas la tenían secuestrada y no sabía por qué. Adentro del cuarto habia cosas difíciles de comprender, eran como entre naturales y biológicas, que no tenía ni idea de como las podrían haber creado, algunas se movían solamente, otras servían a los aliens, eran como animales pero con una textura de piel como el verde de las plantas. Por más que ella tratara de escapar no había forma, dado que puertas no habían, los aliens entraban y salían por cualquier parte, como si toda la pared estuviera hecha de entradas que no se veían.
Al fin entró uno que se acercó a ella y al ver que ella se asustaba, le entregó algo que apareció de su mano, era una forma acuosa que al tocarlo por alguna razón inmediatamente la hizo sentir feliz. El alien la guió cariñósamente hacía un de asiento de entre madera y piedra. En ese instante comenzó a tener visiones, sobre cosas que pasaban alrededor de ella, gente corriendo feliz, cosas volando, gente compartiendo felices, impresionantes sembradíos de plantas, arboles, frutas y hortalizas; naves, maquinas caminado, robots hablando, transportes de todo tipo, aliens y hombres unidos y en paz, niños jugando con los robots, todos felices meditando en silencio. Al finalizar vio una joven que la veía y le daba las gracias de estar viva y la llamaba bisabuela.
Al abrir los ojos se encontró sentada en su cuarto sobre su silla favorita impresionantemente mojada..
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